CLICK HERE FOR BLOGGER TEMPLATES AND MYSPACE LAYOUTS »

Pendón SUD's Fan Box

Pendón SUD on Facebook

martes, 23 de diciembre de 2008

LOS TRES NIVELES DE LA NAVIDAD


Por Elder Jorge F. Zeballos, del Primer Quórum de los Setenta.

Hace muchos años leí un artículo en el diario ‘Church News’ en el que se hablaba en cuanto a diferentes ‘niveles’ en los que nos podemos encontrar al celebrar la Navidad. Este concepto me ha ayudado a fortalecer mi comprensión de la venida a la tierra de Nuestro Señor Jesucristo y a engrandecer mi gratitud por la obra maravillosa y eterna que Él llevó a cabo por todos los hijos de Dios y, particularmente, por aquellos que experimentan el gozo de ser obedientes a Sus mandamientos.

El Nivel de Santa Claus: Éste está representado por el árbol de Navidad, los deseos secretos por un regalo en particular, paquetes con envoltorios multicolores, música navideña, luces, rica comida y decoraciones especiales en nuestros hogares. Malls, especialmente decorados con grandes árboles, Santa Claus tomándose fotos con los niños, niños entusiasmados y padres cansados, pero llenos de amor. Es un tiempo de calidez especial, de preocuparse y de dar a los demás. Es el nivel donde comemos mucho, gastamos mucho y hacemos muchas cosas, disfrutando cada minuto. A todos nos encanta el nivel navideño de Santa Claus.

El Nivel de la Noche de Paz: Éste es un nivel superior, más hermoso, en el que cantamos y escuchamos villancicos, así como la hermosa historia de: “Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César…” Es el nivel del mesón, sin un lugar para José y María, del sagrado y silencioso momento en un oscuro establo, cuando el Hijo de Dios vino a la tierra. Pastores en los empinados cerros, cerca de Belén, ángeles con sus buenas nuevas, una nueva estrella en el oriente, reyes magos viajando grandes distancias en la búsqueda del rey de los judíos. Hermoso y significativo. Sin este sagrado segundo nivel de Navidad seríamos infinitamente más pobres, más pequeños.

El problema es que estos dos niveles no permanecen, no duran.

Un par de semanas en el primer nivel es alrededor de todo lo que podríamos aguantar. Es demasiado intenso. Los árboles se secan, las hojas se caen, las velas se apagan. Los hermosos envoltorios se van en la basura, las hermosas decoraciones se retiran y se guardan, los juguetes se rompen. Las fiestas pasan y comienzan las dietas. Pero el solitario y el hambriento aun están entre nosotros, quizás más solitarios y hambrientos que antes.

Quizás más de una cansada mamá, al limpiar y retirar las decoraciones concluya: ‘¡Qué bueno que ya pasó la Navidad!’.

Aun el segundo nivel, el nivel del Niño Jesús, no permanece. ¿Cuántas veces en el año cantamos ‘Noche de Luz, Noche de Paz’? Los ángeles y la estrella y los pastores, aun el silencioso y sagrado misterio de la noche sagrada en sí misma, no pueden satisfacer por mucho tiempo las necesidades básicas de la humanidad. Quien mantiene a Cristo sólo en el pesebre, al final, estará decepcionado y vacío.

El Nivel del Cristo Adulto: Para que la Navidad dure, permanezca todo el año, para que crezca en belleza, significado y propósito, para que tenga el poder de cambiar vidas, debemos celebrarla en un nivel superior a los otros dos. Es en este nivel – no como un niño- que Nuestro Salvador trae Sus dones de gozo duradero, paz duradera, esperanza duradera. Fue el Cristo Adulto quien alcanzó y tocó lo intocable, quien amó lo despreciado, quien así nos amó a todos, que aun en Su agonía en la cruz pidió perdón por Sus enemigos.

Este es el Cristo, creador de mundos sin número, quien lloró - nos dice Enoc - porque tantos de nosotros no tenemos amor los unos por los otros. Él es quien voluntariamente dio Su vida por todos nosotros, incluyendo aquellos por quienes El lloró.

Él es quien tuvo un rol clave en el Plan de Salvación, quien aceptó el Plan de Redención del Padre y se sometió a Su voluntad, diciendo: ‘Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre’ (Moisés 4:2).

Él es el Cristo predicho por siglos por profetas: ‘Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro, y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz’ (Isaías 9:6).

Él es quien trae vida a todos los hombres: ‘Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados’. (1 Corintios 15:22).

Sí, Él fue y es maravilloso, el gran Consejero, el poderoso Dios, dispuesto a sacrificar Su vida para que podamos vivir, si tan sólo estamos dispuestos a aceptarle como nuestro Salvador. Él es el Padre Eterno, el Príncipe de Paz

Éste es el Cristo, el Cristo adulto, quien nos dio el ejemplo perfecto y nos pidió que le siguiéramos.

Este es el Jesucristo, cuyo nacimiento estamos celebrando y quien nos pidió: ‘Si me amáis, guardad mis mandamientos’ (Juan 14:15).

Él también nos dijo: ‘Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros’ (Juan 13:34).

Aceptando esa invitación - de guardar sus mandamientos y de amarnos los unos a los otros - es la manera, la única manera- de celebrar Navidad durante todo el año y a lo largo de toda nuestra vida. ¡Feliz Navidad!

2 comentarios:

estuardo dijo...

les saluda un mormon de Guatemala, Gracias por este mensaje de los niveles de la navidad, lo use en una charla fogonera en estas fechas de navidad...saludes a todos.

Yamil Inosotroza dijo...

me alegro, gracias por tu comentario estuardo, que estés muy bien, saludos a los santos de guatemala